Los aplausos vacíos

8:00pm. Colombia. Todos los días, un grupo de gente sale a las ventanas a aplaudir, algunos ponen unas canciones horribles a todo volumen, otros añaden al sancocho el himno nacional y hasta el departamental.

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Dicen que le aplauden a los médicos y paramédicos, “nuestros héroes”, “la primera línea de defensa contra el Covid-19. Me los imagino abrazándose con lágrimas en los ojos cuando terminan de aplaudir, luego se sientan a ver televisión en los canales nacionales, a reenviar cadenas con fake news y culpar a alguien (nunca a los verdaderos culpables) por el mal momento que vive la humanidad.

La moda de aplaudir surgió de donde surgen todas las “grandes ideas”, las redes sociales; nada le gusta más al ciudadano promedio que hacer la ola y sentirse parte de cualquier tendencia. Y está bien, las emociones son humanas y como les prohibieron las misas y el fútbol, acompañan los aplausos con pitos, oraciones y vuvuzelas.  

Pero las palmas y los espíritus conmovidos enmascaran la realidad: los profesionales de la salud en Colombia están completamente desprotegidos. Los desprotegió el Estado, los hundieron los políticos corruptos, fueron condenados a muerte por los mercaderes de la salud, los negociantes que venderían a su madre por unas monedas más de ganancia a final de mes.

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Ese ciudadano promedio es el mismo que mete a todos los médicos en la misma canasta porque una vez no fue atendido, o se demoraron en darle una cita, o no había medicamentos en la farmacia. Problemas que tienen mucho más que ver con los políticos corruptos (irónicamente electos por el voto del pueblo) y sus amigos delincuentes, dueños de Entidades Prestadoras de Salud (EPS) y sus cómplices en el secuestro de la salud del país desde 1993.

Pero eso no lo entiende el ciudadano promedio, para él todo es un problema personal con médicos y paramédicos. Porque el ciudadano promedio es bueno para aplaudir, para gritarle “guerrillero” o “mamerto” a todo el que defienda lo público por encima de la empresa privada en Colombia. Para defender conceptos que no entienden como Estado Social de Derecho, sistema capitalista, modelo neoliberal, etc.

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En tiempos de pandemia de Covid-19, llaman a los trabajadores sanitarios “la primera línea de defensa”, porque al ciudadano promedio le gustan las analogías con la guerra. (¡Bueno, sin pendejadas, le encanta la guerra misma!). Un concepto bastante errado, la primera línea de defensa contra una enfermedad es uno mismo.

Por ejemplo, si todos los profesionales de la salud en la televisión y en las redes sociales te dicen que te quedes en la casa y que te laves las manos… Esa es la primera línea de defensa, no salir a montar en bicicleta “por deporte”, o a entrenar para una maratón, no salir a visitar a los amigos para hablar de la pandemia… Entender que cada movimiento estúpido e innecesario que hagas le da ventaja al virus y a la muerte misma.

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Los políticos tienen trajes de seguridad para repartir mercados y hacer política. Los jueces tienen trajes de seguridad para hacer su trabajo. Los profesionales de la salud que tanto aplauden no tienen ni tapabocas. ¿Por qué? Porque dependen de negociantes obtusos que no quieren “perder” ni un centavo. Por eso vemos fotos de médicos envueltos en bolsas de basura atendiendo en las salas de urgencias, porque un traje de bioseguridad disminuiría las ganancias de los dueños del negocio de la salud.

¿Sorpresa? No, para nada, así operan los negociantes, los mismos que rebajaron el tiempo de consulta para que la atención médica se deteriorara, los mismos que amenazan a los médicos para que no receten medicamentos costosos a los pacientes, los mismos que movieron leyes en el Congreso para que los médicos no tuvieran ni siquiera el derecho al paro cuando sintieran ultrajados sus derechos laborales.

En España, donde el Covid-19 ha sido cruel, el 15% de los infectados son personal de servicios de salud. Los sistemas de salud no son confiables del todo en ningún país y, en la mayoría de ellos, se dejó gran parte de los mismos en manos de “emprendedores” del sector privado. En Colombia, la situación es peor, como casi todas las situaciones posibles de imaginar, por supuesto.

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Algo más, todos los colombianos vimos un video de un sacerdote en helicóptero llevando una custodia y una estatua de la virgen. Ese sobrevuelo de “bendiciones” bien puede costar $1450USD… Si el sobrevuelo lo ordenó el presidente, no sería sorpresa, (ha demostrado tener la edad mental de un niño de seis años que inhala azúcar), si lo ordenó un particular, debería gastar su dinero en métodos más efectivos contra el virus.

En la economía actual, $1450USD es el equivalente al sueldo de 5 auxiliares de enfermería o 600 tapabocas N95 que habrían servido al personal de emergencias, o podrían haberse construido 14 respiradores para 14 pacientes en Unidades de Cuidados Intensivos con los planos que aportó el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

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No está mal que aplauda a las 8:00pm, todos estamos pasando un mal rato y en las próximas semanas vamos a pasar uno peor (en la ciudad en la que vivo parecen haberse relajado y salen a la calle a ver qué… “Ya van a ver, ya van a ver”, dicen las moiras). Pero cuando aplauda recuerde lo que he intentado decirle sobre el sistema de salud, sobre los políticos corruptos que de alguna manera hemos dejado aplastarse en el poder, de sus amigos los banqueros, mercaderes y otros criminales.

Que su aplauso no sea el de la masa, el del rebaño que corre hacia el abismo sin cuestionarse por qué corre.

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