La historia del pequeño aguacate

En 2019 me junté con Manuel García Plata para hacer un libro y enviarlo a una convocatoria que no salió a pesar de que ganamos. Hicimos un libro para la niñez colombiana que, por esos absurdos de la vida, terminó estimulando la imaginación de la niñez finlandesa. Esta es la historia de un pequeño aguacate que de semilla se transformó en árbol y comenzó a dar frutos.

1

El trabajo en grupo es complicado. El trabajo colaborativo tiene sus bemoles. La colaboración en el mundillo del arte latinoamericano (y para más señas colombiano) cuando no hay dinero de por medio es un camino cuesta arriba, enlodado, y bajo un cielo que amenaza con llover todo el rato para que el frío se convierta en neumonía. Y eso cuando todavía es de día.

Sin embargo, ese no fue el problema para llevar a cabo este trabajo. En 2019 me junté con Manuel García Plata (en adelante Mañe, @manuelgarciaplata así lo conocen los ilustradores que quieren ser como él cuando sean grandes, incluyéndome, que no soy ilustrador y sí más viejo que él) y le dije «Hay una convocatoria malísima en la que podemos participar, yo tengo una idea lista y necesito un suicida que quiera hacer el libro conmigo para tenerlo diseñado y diagramado hace una semana».

La historia de siempre con las convocatorias y el trabajo creativo. Por lo menos en estas latitudes.

2

Así nació «La historia verde» que cuenta la historia de Julio, Laura y una semilla de aguacate. Un cuento que tiene todo lo que tiene cualquier ejercicio de creación artística: una idea que parece espontánea, un proyecto, alguien con la suficiente visión como para creer en el proyecto, alegría, impaciencia, tiempos largos de espera, aliados en el camino, momentos difíciles, desesperanza, tristeza, y, por lo menos en este caso, un final feliz y efímero.

Y ganamos la convocatoria. Pero nos llamaron a una oficina a explicarnos por qué a pesar de haber ganado no iba a salir el libro. Luego nos propusieron un trato y volvimos a reuniones, oficinas, y cuando finalmente íbamos a firmar el contrato… nos cambiaron todas las promesas. Y no hubo libro tampoco.

Qué pena con Mañe, quien había creído en el proyecto y trabajado como trabaja en principio cualquier creador: gratis.

Al frente, el libro de los autores bumangueses, al fondo, Oodi, la biblioteca pública más nueva de Helsinki

3

Pero le había prometido esa posibilidad de publicar, que no es una cuestión egomaniaca de ver tu nombre en letras de molde, sino la ilusión de que así lo que tienes para dar al mundo pueda llegar a más personas. Entonces nos dedicamos a buscarle editorial en Colombia, porque somos creadores de Bucaramanga que vivimos en Bucaramanga… Y no pasó nada.

Mejor dicho, pasó lo que casi siempre pasa cuando buscas editorial en Colombia (ojo, dije «casi siempre»): no te contestan, si te contestan es para decirte que no está recibiendo manuscritos, rechazarte grosera o simpáticamente, y el insulto de siempre, en el que te piden plata «porque ajá, si tu no le vas a invertir a tu obra por qué yo debo poner plata», que es el último insulto que le puedes hacer a un creador que ha puesto en su obra no sólo tiempo sino lo único que posee: su alma.

Sé que estás ahí editora colombiana o editor colombiano que entiendes tu razón de ser y voy a encontrarte… aunque me he ido cansando de buscarte.

4

En 2021 tradujeron mi libro de cuentos «Lluvia sobre el asfalto» en Finlandia y tuvo tan buenas críticas que no se las cuento porque bastante envidia hay ya en este medio. Ese mismo editor quiso que le mostrara más obras que tuviera listas para publicar y yo, que seré lo que quieran, menos desleal, recordé mi compromiso con Mañe de ver ese libro en las manos de la gente.

Y mi editor en Finlandia vio el archivo que llevaba dos años guardado y dijo «Kyllä, joo», así como dicen los finlandeses para dar un visto bueno a algo. Le encantó.

El libro fue publicado en Finlandia en marzo de 2022 con el título de «Pikku avokadon tarina» (La historia del pequeño aguacate). Tuve la oportunidad de desplazarme hasta allá para hacer una ronda por bibliotecas, centros culturales, jardines infantiles y librerías a leer en voz alta, hablar de aguacates, de Colombia y del viaje que Julio, Laura y una semilla de aguacate habían tenido que hacer para llegar hasta allá.

¿Cómo llega uno a Finlandia? Una mezcla de suerte, trabajo, más suerte, y una serie de apoyos de la gente que te rodea. Por eso me cae tan mal esa gente que dice que hace todo sola, como si en serio un humano pudiera hacer algo enteramente solo. Así que la siguiente sección no sólo resume cómo se dieron las cosas, sino que aprovecho para agradecerle a las partes implicadas, de alguna manera:

5

En 2018, Gustavo Petro trapeó el piso con Iván Duque en un debate presidencial demostrándole con aguacates por qué un país debería invertir más en el agro que en la extracción de petróleo. De ahí, y de la obsesión de mi papá por germinar las semillas de los aguacates que salen buenos al almuerzo, surgió el detonante de la historia. En 2019 una universidad saca una convocatoria que al final no termina en nada, pero sirvió para que Mañe sacara tiempo de donde no tenía para trabajar en el libro. Luego viene un rosario de rechazos de editores y concursos en Colombia, hasta 2021, cuando el editor en Finlandia levanta el pulgar y dice «Kyllä, joo».

Ahora, en 2022, la Universidad de Santander, UDES, que siempre ha apoyado mi proceso creativo, me permite desplazarme a promocionar el libro (soy docente de esa institución); y el Instituto Municipal de Cultura y Turismo lanza un Fondo de Itinerancia y Circulación, me presento y me asignan unos recursos con los que puedo cubrir el 50% de los tiquetes aéreos y el otro 50% lo pago con el anticipo del contrato de publicación. (Sí, todavía existen los anticipos).

Epílogo

Finalmente, al regresar de Finlandia hice un taller de fanzine con niñas y niños de Bucaramanga en la biblioteca pública municipal de la ciudad, para hablar del libro, leerles en finés y en español, hacerlos reír, ponerlos a escribir, a dibujar y a soñar. Una contraprestación más que divertida por haber podido acceder a fondos públicos. Pero eso no es todo. Conseguimos editores y «La historia verde» va a salir en español para que la niñez colombiana pueda leerlo sin necesidad de aprender finés.

Asistentes al taller de fanzine «Bucaramanga 400», Biblioteca Gabriel Turbay, Bucaramanga

Por su atención, gracias, les estaré avisando cuando los libros estén listos. No me llamen, yo les llamo.

Compartir